Vivimos en tiempos modernos donde todo parece necesitar
respuestas inmediatas. “¿Ansiedad? Bebe más agua, haz ejercicio y agradece”, “¿Depresión?
Sal a caminar y cambia tu forma de pensar” … En redes abundan los mensajes bien
intencionados —y también los peligrosos— que reducen el sufrimiento humano a
fórmulas simples, consejos rápidos o frases inspiracionales. Todo parece querer
resolverse en una sola tarde (¡al instante!).
Pero la vida no es un tutorial de cinco pasos. La
psicología, como ciencia, nos ha enseñado que las personas no son ecuaciones
con una única solución correcta. Cada historia está llena de matices, de
contextos, de experiencias. Por eso, desde una práctica ética y basada en la
evidencia, muchas veces la respuesta más honesta que un psicólogo puede dar es:
“depende”.
Y no lo decimos por falta de preparación. Lo decimos porque
somos conscientes de la complejidad que implica acompañar a alguien en su
proceso de cambio. Porque trabajamos con personas, no con datos en abstracto.
Porque antes que dar consejos, necesitamos entender. Antes que decirle a
alguien cómo debe vivir, necesitamos ayudarle a descubrir qué vida vale la pena
vivir para esa persona.
No estamos aquí para eliminar emociones incómodas a toda
costa, ni para invalidar lo difícil de tu experiencia con un “todo estará
bien”. A veces, necesitamos confrontar. Decir lo que duele. Nombrar lo que no
se ha querido ver. Pero lo hacemos desde la compasión, desde un lugar que
sostiene, no que juzga. Porque validar también es, cuando corresponde, sostener
un límite o invitar al cambio.
Nuestra práctica no se basa en la intuición, ni en la moda
del momento. Aunque no todos los psicólogos seamos científicos en sentido
estricto, nuestra mirada está anclada en la ciencia. Pensamos como científicos
porque tenemos la enorme responsabilidad de trabajar con vidas humanas. Porque
cada intervención, cada palabra que decimos, puede tener un impacto profundo.
No somos gurús, tampoco coach. Sabemos el peso real que
tiene ese “depende”. Detrás hay estudio, ética, y una práctica comprometida con
el cuidado genuino de quien decide confiar en nosotros.
Porque sí, dependerá de tu historia, de tus valores, de lo
que realmente importa para ti. Pero no estás solo en el camino: estamos aquí
para caminarlo contigo, sin atajos, pero con dirección.
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