Escape Room Emocional. Un recurso terapéutico para la autorregulación

Esta actividad fomenta el pensamiento estratégico y la gestión de impulsos. Permite a los niños practicar la autorregulación al enfrentarse a situaciones que desencadenan diferentes emociones. Al resolver problemas emocionales en un entorno lúdico, se les brinda la oportunidad de aplicar estrategias de control inhibitorio de manera práctica y divertida. La reflexión grupal refuerza el aprendizaje al proporcionar un espacio para compartir experiencias y aprender unos de otros. Este enfoque creativo y original tiene el potencial de motivar a los niños a desarrollar habilidades de autorregulación en su vida diaria.

Necesitamos una cajita de cartón decorada con los intereses del niño/a, si se trata de un caso de déficit de atención, intentamos despertar su interés desde lo visual, si se trata de hiperactividad podemos solamente pintarlo de un solo color y ya. La idea es que los niños se enamoren de la cajita y la lleven a todas partes, y jueguen con ella aun sin que nadie les pida que lo hagan. Antes de empezar elegirán un avatar con la emoción con la cual se sientan identificados en ese momento, y será con esa emoción con la que empezarán a jugar. Esta actividad está diseñada para practicarla en grupo, con otros niños, con los cuidadores o la maestra, pero también puede hacerla solo.

Dividimos en 4 secciones con las propias partes laterales, y tenemos ya las 4 estaciones emocionales, alegría, tristeza, ira y miedo.

Esta es una actividad que se recomienda practicarla en grupo, aunque también es posible que el niño lo complete solo. Se plantea desafíos relacionados con cada emoción. Un puzle para la tristeza, una actividad creativa para la alegría, una tarea que requiera paciencia para el enojo y una prueba de valentía para el miedo.

Se coloca cerraduras en cada estación. Para desbloquearlas, los niños deben resolver acertijos emocionales que les proporcionarán las "claves" para avanzar.

Los niños se sumergen en la primera estación, enfrentándose al desafío relacionado con la emoción asignada. Avanzan a través de las estaciones, aplicando las habilidades aprendidas en cada desafío para desbloquear la siguiente. Cada vez que desbloqueen una estación, practicarán una respiración profunda antes de continuar.

Desafío de la Tristeza: Puzle de Emociones

Preparamos imágenes que representen situaciones tristes. Dividimos cada imagen en varias piezas. Se distribuye las piezas del puzle entre los participantes. Cada niño recibe una parte de la imagen. Los niños trabajan juntos para ensamblar el puzle y reconstruir la imagen original. Este desafío aborda la tristeza de manera simbólica, permitiendo a los niños explorar y expresar sus emociones a través del montaje del puzle.

Desafío de la Alegría: ¡Explosión de Colores!

Los niños tienen la tarea de crear un mural colectivo que represente la alegría. Pueden dibujar, colorear y pegar elementos que asocien con la felicidad y la diversión. Este desafío no solo involucra la expresión creativa, sino que también fomenta la conexión emocional al compartir experiencias personales de alegría.

Desafío de la Ira: Construcción de Torres Resistentes

Los niños tienen la tarea de construir torres utilizando bloques. Sin embargo, hay un giro: el temporizador se establece para periodos cortos e impredecibles. Cuando suene la señal, los niños deben dejar de construir y esperar pacientemente antes de continuar. En algunos intervalos, se les entrega a los niños tarjetas con instrucciones adicionales que complican la tarea. Estas tarjetas representan momentos frustrantes y desafiantes, simbolizando el enojo. Este desafío enseña a los niños a gestionar su enojo a través de la práctica de la paciencia y la adaptabilidad.

Desafío del Miedo: Exploración Sensorial a Ciegas

Colocamos objetos en diferentes ubicaciones dentro de un espacio designado. Los niños trabajan en parejas. Uno será el "explorador" y el otro el "guía". Los exploradores se colocan vendas o antifaces, eliminando temporalmente su sentido de la vista. Los guías llevan a los exploradores y les piden que toquen y exploren los objetos sin verlos. Los roles de explorador y guía se intercambian para dar a todos la oportunidad de enfrentar el miedo. Este desafío busca enfrentar directamente el miedo a lo desconocido, proporcionando a los niños una oportunidad controlada para explorar su entorno sin depender de la vista.


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