Tu jardín interior: el cuidado de lo que importa

Imagina por un momento que tu vida es un jardín. Un espacio único, irrepetible, lleno de potencial. En él habitan flores que representan tus valores: el amor, la compasión, la honestidad, la conexión, la libertad… aquello que da sentido a tu vida. Pero como todo jardín, también está expuesto a hierba mala, plagas, épocas de sequía o tormentas. Estas hierbas pueden ser pensamientos dolorosos, emociones difíciles, recuerdos que duelen o sensaciones que quisiéramos evitar.

Muchas veces, en un intento por tener un jardín “perfecto”, nos obsesionamos con erradicar por completo esas hierbas indeseadas. Gastamos tiempo, energía y recursos tratando de eliminarlas, pensando que solo entonces podremos empezar a vivir en paz. Pero, ¿qué pasaría si, en lugar de luchar constantemente contra ellas, eligiéramos enfocar nuestras energías en cuidar lo que realmente queremos cultivar?

Desde la Aceptación y Compromiso, entendemos que el sufrimiento emocional forma parte natural de la experiencia humana. No es algo que haya que eliminar a toda costa, sino algo que podemos aprender a sostener con amabilidad mientras seguimos adelante hacia una vida valiosa. Así como en un jardín no podemos evitar del todo que crezca algo de hierba mala, en nuestra vida tampoco podemos evitar el malestar. Pero sí podemos elegir qué nutrir, a qué darle espacio, atención y cuidado.

Cultivar tu jardín interior implica practicar la aceptación: abrirte a lo que está presente sin pelear con ello, y comprometerte con aquellas acciones que te acerquen a lo que verdaderamente importa. A veces, eso significa seguir regando tus flores aun cuando el cielo está nublado. Otras veces, significa dejar que la hierba mala esté ahí, sin arrancarla de raíz, porque sabes que tu energía está mejor invertida en cuidar lo que amas.

Esta metáfora no es solo una imagen bonita. Está basada en evidencia científica: estudios respaldan que las personas que logran desarrollar una relación más flexible con su mundo interno —que no se quedan atrapadas en la lucha con sus pensamientos o emociones— experimentan una mayor sensación de bienestar y una vida más rica y significativa.

Así que, si hoy estás en medio de la tormenta, si tu jardín parece descuidado o invadido por maleza, no estás fallando. Estás siendo humano. Tal vez sea el momento de preguntarte:

¿Qué quiero cultivar, incluso en medio de esto? ¿Dónde quiero poner mi cuidado hoy?

No se trata de tener un jardín perfecto. Se trata de tener un jardín vivo. Y eso, a veces, es más que suficiente.



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