Freud y los memes

 

La imagen solemne de Sigmund Freud —la clásica fotografía en blanco y negro de 1926 tomada por Max Halberstadt— ha ganado un espacio inusual: los memes. Freud aparece serio, traje impecable, cigarro en mano… y debajo, una frase irónica que lo transforma en un analista omnipresente.

Aunque el meme es simple, su capacidad para conectar con millones de personas en pocos segundos revela algo interesante: Freud sigue siendo un símbolo cultural poderoso. Y sí, también es una puerta de entrada a reflexionar sobre cómo la psicología se entiende —y se simplifica— en internet.

Aunque mi práctica profesional se fundamenta en la psicología basada en evidencia, especialmente desde la ACT y el enfoque conductual contextual, reconozco que Freud fue para muchas personas —incluyéndome— un primer acercamiento al mundo psicológico.

Mi camino personal hacia la psicología fue poco ortodoxo: Nietzsche, Foucault, Camus, Sartre… y, en algún punto, Freud. No en orden histórico, ni filosófico, ni clínico. Simplemente como un lector curioso y desordenado que buscaba entender la experiencia humana. Y aunque hoy mis bases teóricas y clínicas se sostienen en modelos contemporáneos y empíricamente respaldados, Freud tuvo un rol en despertar la curiosidad que, eventualmente, me llevó al estudio riguroso de la conducta humana.

Pero, ¿Por qué Freud funciona tan bien como meme? Pues para empezar Freud es un ícono. Evoca inteligencia, análisis y temas profundos: el inconsciente, el ego, los sueños, el deseo. Su imagen seria, contrastada con frases cotidianas o coloquiales, produce humor por yuxtaposición.

El meme dice: “¿Te rompió el corazón?” → una pregunta emocional, típica de una ruptura. “¿O el ego?” → un giro psicológico, casi clínico… y típicamente “freudiano”.

El contraste desinfla el drama romántico y lo reemplaza por una lectura más incómoda, quizá más realista. Su mirada parece decir: “Sé lo que realmente está pasando dentro de ti.” Y esa idea —que alguien descubre lo que tú ocultas incluso de ti mismo— es tan inquietante como graciosa.

Aquí aparece la otra reflexión: ¿qué nos dice esto sobre cómo la gente entiende la psicología hoy? Por un lado, los memes mantienen vivo a Freud como figura cultural. Pero por otro, también perpetúan la idea de que “hacer psicología” es interpretar, especular, buscar significados ocultos o explicarlo todo desde conceptos que no tienen sustento empírico.

En pleno 2025, la psicología científica ha avanzado enormemente: terapias validadas empíricamente, modelos conductuales y contextuales, neurociencia conductual (que tampoco es de mi particular agrado), en definitiva, procesos psicológicos estudiados con metodología rigurosa.

No quiero atacar el legado de Freud, sino recordar que la psicología como ciencia ha evolucionado. Que lo que hacemos hoy en consulta está lejos de interpretar sueños o buscar traumas reprimidos, y mucho más cerca de ayudar a las personas a construir vidas valiosas, desde procesos conductuales comprobados.

Los memes cumplen una función curiosa, nos permiten reírnos de lo que nos duele. Hacer digestible algo complejo. Y en ese sentido, la creatividad de los internautas no tiene límites.

Quizá ese sea el punto, no necesitamos al Freud clínico para entender el sufrimiento humano. Pero sí podemos agradecerle al Freud histórico haber abierto la conversación que, décadas más tarde, nos permitió construir una psicología realmente científica, compasiva y eficaz.

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