A ti, que acabas de cerrar un capítulo importante en tu vida: este mensaje es para ti.
Ser bachiller no es un simple título. Es el cierre de un
ciclo marcado por años de esfuerzo, sacrificios silenciosos, tareas a deshoras,
responsabilidades, expectativas y también momentos que jamás olvidarás.
Pero antes de pensar en lo que sigue, permíteme proponerte
algo que rara vez se nos enseña en la escuela: pausar.
Este año no ha sido fácil. Exámenes finales, proyectos
urgentes, tareas que se extendían hasta la noche, presión académica y una
ansiedad constante por el futuro. La universidad, los cupos, los cursos
preuniversitarios que parecían interminables… todo eso te ha exigido más de lo
que muchos adultos son capaces de sostener.
Y mientras eso ocurría, la vida seguía. Con sus problemas en
casa, sus desafíos económicos, las veces en que no te entendieron, las veces
que lloraste en silencio o te sentiste solo. También con sus momentos de risa,
tus amigos incondicionales, las vivencias que quedan en la piel, y sí, alguna
que otra travesura.
Detenerse, reflexionar y contactar con el momento presente
son actos que favorecen tu salud emocional. No es solo descanso, es conciencia.
No es abandono, es cuidado.
Así que, si puedes, tómate unos días. Respira. Camina sin
prisa. Mira a tu alrededor. Mira dentro de ti. Honra este logro.
Porque ser bachiller, en este contexto y con todo lo vivido,
no es poca cosa.
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